viernes, 17 de marzo de 2017

El paraíso de la infancia

Todo lo que aquí veis, hijos y nietos míos,
es vuestro para siempre, con claridad lo digo:
la casa, los manzanos, los perales,  el pozo
del que se vierte el agua corriendo como un río,
el aire, el sol, los montes, las laderas, el valle,
lo que encierra la cerca de piedras, hito a hito,
la parra, la cañada, los zarzales, el sótano,
las herramientas todas ( hachas, sierras, martillos…),
la piscina rajada tras inviernos nevados,
los pinos con sus nombres y los chopos altivos,
que yo planté con pala y azadón sobre arcilla
más dura que la piel de un cocodrilo,
y las gomas regantes que parecen serpientes,
la carretilla de acarrear chiquillos,
los columpios arbóreos, las sogas espartinas…
y el caminito, el caminito, el caminito
por el que habéis marchado tantos días
cogidos de la mano con amor y cariño,
cantando mil canciones, persiguiendo a las vacas,
buscando minerales, campanillas y grillos.

Aquí me calenté las noches  frías.
Aquí el fuego surgió con sus hechizos
en la ancha chimenea del salón
levantado hasta el segundo piso.
aquí al volver helado de la escuela
escribí con pasión libros y libros:
Blum, Duratón, Riaza, Cega, Eresma,
Cuaderno de Bambú…  y Poeniños…
Aquí Manuel, Mateo, Pablo, Héctor y Alba
jugarán a ser hombres de oficio y beneficio.
Cuidarme los juguetes, los cuadros contemplad,
quereros como hermanos, como os quiero yo mismo.
Y luego en el trabajo, que es el destino humano,
gozad como si el tiempo fuera siempre domingo.
No tengo nada más que advertiros. Tampoco
lo pide esta ocasión, este dulce convivio.
Ahora vayamos todos a darnos un paseo,
a cazar mariposas y hacer el indio.


a.sotopa@hotmail.com

91 8470225


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