martes, 15 de septiembre de 2015

Elegía del librero

Fui librero y me arruiné,
y al magisterio volví
por recibir un parné
tras el fiasco en que me vi.

Yo consideraba que
vender libros era bueno,
pero me mató el veneno
del amor con que empecé.

Repartía (y no paraba)
lecciones de libros viejos,
pero en caja no encajaban
sino facturas de lejos.

Todo eran doctos consejos:
“Resiste hasta lo imposible”.
“El papel aún es factible”.
“Aún leemos los añejos”…

No hubo forma. El mundo muda
y hay que tenerlo presente,
de manera que, ya ausente,
sigo en permanente duda:

¿Es la comunicación
mayor y mejor que antes?
¿Y son los hombres, pensantes?
¿No les tiembla el corazón?

Dejadme que llore en vano
mi menester anterior
y, pues que soy publi-cano,
rezadle por mí al Señor.

Tiempos vendrán en que el libro
volverá a resucitar;
os lo pronostica un biblio
profeta. Y no más penar.


a.sotopa@hotmail.com
918470225


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