miércoles, 25 de marzo de 2015

De Moncho Alpuente a la Alameda del Parral

No paro de llorarle
a él, que era la risa
más niña y cojonera.

Cochinillo feroz,
no dejó de hocicar
en toda prensa justiciera.

Zahurdano Platón,
se ensañó con pasión
frente a la complacencia torticera.

Yo navegué en su barca
por el Eresma y la alameda del Parral
en que Machado el Bueno discurriera.

Fue un río estrepitoso
y un acueducto de palabras claras…
Se lo llevó la primavera.

91 847 02 25

a.sotopa@hotmail.com






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