lunes, 3 de noviembre de 2014

El viaje interminable de los libros

Saber, saber…
Ese es mi oficio.
No  ansío más cada mañana
de un nuevo día entrevenido
que despertarme a punto
de recoger los libros
que en la noche anterior
dejé a medias leídos,
para imponerlos en mis manos
con supremo delirio
de fiebre efervescente
poseído.
Bien sé que ellos me alumbran
tras el nocturno hechizo
hasta la inmensidad impaginable
del infinito.
Bienvenidos, amores;
bienvenidos, les digo,
cuando mis ojos turbios
se posan en sus márgenes ad líbitum.
Siempre están a mi alcance
con Horacio y Ovidio,
con Lope y con Quevedo,
con Bécquer y Espronceda y con Don Álvaro del sino.
Saber, saber…
Cuán loco desvarío
por sendas entre el bosque del idioma
nunca jamás perdido
por líneas que son sangre
de autores muertos, vivos,
por minúsculos párrafos
que me trasportan, signo a signo,
hasta lo que antes fuera
y sigue siendo el paraíso.
Dadme más viajes.
Dadme más libros,
pues que soy insaciable
para no decaer en el olvido…


a.sotopa@hotmail.com
91 847 02 25

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