miércoles, 22 de octubre de 2014

Las aventuras del adolescente Nicolás español


He leído y releído decenas de veces las divertidas aventuras y desventuras de “El pequeño Nicolás” francés, escrito por René Goscinny (del que debieran tomar nota padres e hijos) pero este Nico español viviente que nos presenta a toda página la prensa como “retablo de maravillas”, supera cualquier expectativa imaginaria por sus travesuras y travesías político-económico-culturales cometidas en el reino de las Españas, cada día más alucinante, unas y otro.

Lo que el adolescente madrileño ha trapaceado deja chica la picaresca nacional del Siglo de Oro contenida en libros clásicos, tal El Lazarillo de Tormes, El Buscón segoviano de Quevedo, las andanzas del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán o las de Marco de Obregón, pseudobiografía de Vicente Espinel.

Estos ¿hechos? de Francisco Nicolás Gómez Iglesias  sí que son unos “episodios nacionales” dignos de Galdós, de Francisco Umbral, de Raúl del Pozo o de Arturo Pérez Reverte, y aún de más autores. Estoy por decir que no me los creo, que son una fantástica novela, y, por tanto, no reales y ciertos. Pero, ay, resultan aparentar la vida misma actual, tan tarjeteada o jeteada en negro a ratos -blak is blak- o con el blasier de Blesa, azul marino y a la caza de montería. Los y las c. tiran al Monte… de Piedad. ¿Se la daremos, la piedad digo? Mejor, no; Maphre, no. Que paguen ellos solitos sus culpables “acciones”.

¿Y qué hacemos con “El pequeño Nicolás” controvertido? Quedarnos pasmados, simplemente pasmados, hasta que llegue Podemos, que no llegará, porque, si llegara al asalto de este cielo turbio, eso sí que sería la debacle total.



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a.sotopa@hotmail.com

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