lunes, 7 de julio de 2014

Romance borracho de amor por los colegas poetas de Vitruvio

En la noche del 4 de julio se congregan en el Café Comercial de Madrid los poetas publicados por la editorial Vitruvio, que se acercan al centenar, para celebrar una velada literaria de fin de curso en memoria de Antonio Machado, que solía sentarse en allí a escribir, a la espera de que le acompañara Guiomar. He aquí mi mensaje y homenaje a la bohemia española:

En el Café Comercial,
y Comercial por un tubo
de cerveza,  un café,
un chocolate con churros
o un granizado gin-fizz
según la bohemia al uso
de la “belle époque”, reina
que tanto lujo nos trujo…-,
en el Café Comercial
que otros escritores tuvo
nocturnando a troche y moche
como gatos arañudos
y, según la Wikipedia,
empinando el codo al cubo…,
en el Café Comercial
de mis amores oscuros,
cuando en tardes rumorosas
me exponía a un no inconfuso
de las púberes canéforas
de Darío y sus adjunto,
en el Café Comercial,
que de excelente reputo
y no quiero yo que suene
ese vocablo a exabrupto…,
se reúnen hoy en día
y en noche -ciento más uno-
los poetas renombrados
de la editorial Vitruvio,
como antes lo hicieran Sawa,
el gallego Camba búho,
Galdós, Valle-Inclán, Machado,
Pedro Gálvez, Unamuno,
Emilio Carrère el sátiro
que se convirtió en Saturno,
Pio Baroja el panadero
de novelas de suburbios,
César González Ruano,
entrevistador al cúmulo
de cualquier autoridad
en diálogos de oro y humo,
y Azorín el del paraguas
anárquico entre los suyos,
que atravesó la Gran Vía
bajo un diluvio de insultos.
Todos ellos eran buenos,
todos a su modo tunos,
como Cela, Gloria Fuertes,
Jardiel (y me olvido algunos
de los que antes o después
gozaron de fama y culto
en el rompeolas de España,
el Madrid de copa y puro).
Y en ese Café escribieron
de su propia mano y puño,
y en ese Café soñaron
sus sueños de tumbo en tumbo,
y en ese Café ascendieron,
ligaron y hasta presumo
que a sabiendas se encendieron
por psicalípticos muslos
de izas, rabizas y trinas
que acudían con sus chulos,
y en ese Café, que es este
con mesas de mármol puro
y columnas de madera
engarzadas en estuco,
siguen centrándose los
poetas de nuevo cuño.
Así que aquí está el presente
y así que aquí está el futuro
de las letras españolas
blindadas en libros justos.
Iguales que ellos ya son
estos escritores brujos
que soliviantan el folio;
yo ante ellos me descubro.
El caso es que en esta noche
que resplandece al conjuro
de Pablo Méndez, su ayo,
su mentor y su canguro,
hablan, cuchichean, beben,
ríen y arman gran tumulto.
¡Bienvenidos al Café
de los inmortales triunfos,
compañeros aguerridos,
maduros y cojonudos!
Vuestra es la gloria futura,
no me quedéis en capullos.
Que no, que no quiero veros
distraídos por un tubo
de cerveza o un café
o un chocolate con churros…
sino pendientes del árbol
de la lengua por sus frutos,
-frutos que Fernando Lázaro
diseñó en profundo estudio-,
ahora que se sale el sol,
ahora que termina el curso
y por montes y por playas
os vais a escapar cual pulpos.
Colegas de ritmo y rima
en versos graves o agudos,
o por más decir también
en componentes esdrújulos,
insistid en la belleza
de vuestro oficio inseguro;
no paréis de publicar,
no os pongáis a hacer el mulo,
sembrad versos en el campo,
que el país da para mucho.
No sé si a la madrugada
como entonces quede alguno
hablando mal del gobierno,
fumándose un gordo puro,
toqueteando a las musas
de carne de un coño rubio,
o discutiendo el perfil
de un adjetivo inmaduro
y de un sustantivo inane,
pobre, malo, triste, turbio,
no enlazado por un verbo
de hierro que arme el discurso.
Pero sí sé que esta pléyade
de profetas dioscuros
quedará para los restos
sobre el yeso de los muros.
Poetas bien escogidos,
mis poetas de Vitruvio,
siempre en la primera línea,
siempre a la grupa del grupo,
para mantener enhiesta
la pluma que es vuestro orgullo,
y grabad en la memoria
este romance interruptus,
porque hay que brindar al tiempo
que pongo, sin más, el punto.
Buenas noches, larga vida
y a seguir, placer oculto,
escribiendo con dos huevos
o dos ovarios conjuntos,
y eso haciéndolo a la llana,
sin túnica y sin coturnos.
Va por vosotros en pie
este romance profuso,
para que quede constancia
del éxtasis alto y culto
que hemos gozado esta noche
de luces y claroscuros,
como quedó el del aquel
Café Comercial que apunto.
En Madrid dos mil catorce,
viernes y a cuatro de julio.
Me siento a la mesa ya,
y disculpadme el trasunto
de cristal en que os serví
mis pensamientos. Os juro
que me salieron del alma
y en el alma los asumo.
Muchas gracias, compañeros.
Totus semper, totus  tuus.

a.sotopa@hotmail.com
91 847 02 25

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