viernes, 19 de julio de 2013

Fábula de los voraces pajarracos

Hasta las moras agraces o agridulces se llevan volando en el pico los negros mirlos del campo sin fronteras, birladas todas mientras se balancean entre las hojas de las ramas de los morales gordos y enhiestos, criados para dar sombra y asombro de apetitos desordenados.

Los observo un rato atareados en su faena depredadora, a los pájaros, digo,  pues no me temen ni se espantan, no, para nada, saben que soy su encandilado amante, pero no puedo por menos de echarme a temblar, suspirar y pensar: “¡Qué juguetona y traviesa vida la de estos evangélicos pardillos, a los que Dios alimenta con generosidad. ¿Dios? ¿Qué Dios tan bondadoso porque sí, sin contar conmigo? ¡Yo, coño, yo, con la sangre de mi pluma fértil continuamente vertida en el surco del despacho y los frutos de mi huerto azufrado, que sudan miel a espuertas junto al sudor corrido de mi rostro y mis callosas manos! ¡Quietos de una vez, hombre, grito! Pero la vida es así. Unos trabajamos para que engorden otros.

…Y el juego ¿divertido? de los pájaros del aire me traslada en volandas o me hace trascender, a ras de tierra, a la rapiña de los ERE de la prolífica que no profiláctica Junta de Andalucía, y a los “papeles” enmarañados y vengativos de un tal Bárcenas, al que le sobran –o sudan- los dineros afanados en soledad o en compañía de otros, que para el caso, mortal de necesidad, es lo mismo. Caiga yo con todos los filisteos saqueadores juntos, parece decirse y decirnos el ex tesorero popular como un Sansón pelado y engabardinado frente a la Dalila María Dolores de Cospedal y el impertérrito Mariano que no raja. ¿Gallego? Sí, sí, o no, no, que tanto sube como baja en la estimación del pueblo.

Pájaros de mal agüero, seguiréis cantando el blues del robo en la cárcel hasta después de que me muera. O nos muramos casi todos los vivos de esta hora y lugar. Sea así por una malhadada causa controvertida, en la que debe impartir Justicia una ya violada virgen ciega.

Tfno: 91 847 02 25

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