Tengo los pies por los suelos,
los arrastro sin mesura,
pero no son atadura
para el alma por los cielos.
Arriba, que voy de vuelos
con alas de pluma pura
y me espera una espesura
de gozos, ansias y anhelos.
Se acabaron ya los hielos
de la triste encarnadura
que me cubrió con sus velos.
¡Oh pasión, cuán poco dura
la noche de los desvelos,
la noche de la importura!
(Y pensar que fue de paso
la vida que yo vivía
a más alta estantería
en la que quedar al raso
por tanto como quería).
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