martes, 13 de noviembre de 2012

SEXO, AMOR, LUJURIA ¡QUÉ LOCURA!

Apuleyo Soto, natural de Cuéllar, Segovia, profesor, periodista, librero. Posee más de treinta premios de poesía, novela y teatro. Fue Jefe del Gabinete de Prensa y estudios de la Universidad Autónoma de Madrid en la década de los años setenta a los ochenta del siglo XX. (Ahí precisamente nos conocimos cuando yo era profesor de guitarra de la
Universidad Autónoma). Creador de la Librería García Lorca. Premio Nacional de Difusión Cultural del Ministerio de Cultura. Autor de libros para niños y de textos de Literatura para la escuela. Nativo del signo de Libra con el ascendente
en Sagitario y la Luna en Virgo. Hombre dinámico, sonriente, excelente comunicador y padre de tres bellos hijos.

***

Me pregunta el Profesor Mercury, es decir, mi viejo amigo
Manuel Guerrero Carabantes, músico compositor, con la escarola de su pelo y de su barba al viento de todo lo nuevo, íntimo e importante:

—¿Qué es el amor, qué es el sexo y qué es la lujuria
para ti?

Y voy y le respondo al sabio del Reiki que cura con la voz y
con las manos: «Todo eso eres tú».

Pero luego me concentro y escribo a vuelapluma:
Sexo es eso: lo que hacemos —lo que hago— todos los días.

Y el que no pueda que se joda. Aunque mejor es joder uno. Y joder no es fácil; no se tiene a mano fácilmente la materia prima, o sea la prima que se deje. El hombre está excitado siempre, al menos hasta cierta edad. La mujer, acaso, necesita calentamiento, ternura —que es lo mismo— y unos dedos muy largos y muy suaves.

Así que a joder si se puede, que es salud y quita los nervios,
y ya no tenemos aquellos viejos, anticuados, frailunos, corsés del pecado de la carne. A mí la carne, con salsa me sabe mejor.

Con la salsa del amor. Pero ya entramos en otro campo. ¡Oh, el amor! Y ¿quién lo tiene? Todos lo queremos, buscamos, ansiamos y morimos de amor para vivir, que eso es vivir: Amar. Amar es un don. No todos pueden, aunque quieran, amar. Yo amo. Ahora. Estuve mucho tiempo en barbecho. No encontraba la forma. Me explico: no encontraba la pareja. Para el sexo y para el amor son necesarias la o las parejas. Sí, todo muy amplio, muy diverso. Aunque yo me recojo mejor en una sola. El amor puede expandirse a todos y a todas, incluso a los muy
animales. Yo prefiero de una en una. No uno. No. Una. O varias, ya dije.

Y lujuria. Casi nada. La lujuria es la suma del amor y el
sexo despendolados, súper atareados, súper ocupados en meter y hacer, en volver y revolver. Todo vale, si el principio es amor. Amor es el motor. Que impele. Sexo. Es la mecánica que funciona o no funciona, y lujuria
es el aceite que todo lo condimenta con... pimienta y sal.
La palabra en estos tres casos y cosas y modos y modas...
es importante: más que importante; más que importante: necesaria. Yo no sabría meterla (digo la cosa) sin palabras. Hay que hablar. Hay que hablar mucho. Antes y después. No durante. En el durante... a callar. Y meter y sacar. Que la vida no es más que una, aunque se viva con varias. Y los que puedan y quieran, con varias a la vez. Con varias y con arias (o sea, cantos). Yo no. Yo me quedo encantado y enmudezco... en el acto. Que cada uno, repito, haga lo que pueda. Esto se llevará por delante. La vida es eterna, pero la hacemos muy corta —los que la ven o tienen corta. Hay que alargar todo lo que se pueda. Queriendo. Tú quiere. Yo quiero. Amar es más difícil. Meter o sacar —insisto— está a la mano de cualquier buen o mal mecánico.

Amor es espíritu. Es manualidad. Lujuria es manualidad múltiple y desparramada. Desparrámate amigo, en ella, en esta, en la otra, en aquella, si te deja y se deja. Tú intenta e insiste. Y, ahora, caro amigo mío musical de formas y pentagramas incandescentes ¿he respondido a tu pregunta? No preguntes ni dónde ni cómo ni cuándo ni qué ni porqué ni para qué... pero tú como yo, ejercita, anda, ejercita el deporte del sexo y la lujuria. Y haz esos deportes... con amor. Resulta mejor.

Adelante. Primero, amor. Segundo y antes y después y siempre, sexo. Tercero, si se otorga la ocasión, lujuria. Mercury. Te he escrito las palabras de estas brasas, o las
brasas de estas palabras (porque están que arden) con todo
el amor que sabes que te profeso. De sexo, tú y yo, ninguno. (Entre nosotros, quede aclarado). De lujuria... De lujuria... toda la que esperamos en los tiempos venideros aunque nos van viniendo ya un poco canos. Te ama, no te sexa y te quiere lujurioso y frutal tu amigo de
juventud y correrías —córrete otra vez—.

Apuleyo Soto
Poeta dramaturgo, escritor infantil,
cronista oficial de Braojos de la Sierra de Madrid
T: 91 847 02 25
a.sotopa@hotmail.com

1 comentario:

  1. El sexo como servicio oxmótico y el amor, oh, el amor, esa disolvente relación de la entidad; y la lujuria, la lujuria lujo a dos banda.

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