jueves, 22 de noviembre de 2012

PRESENTACIÓN DE UN POETA DE NUESTROS DÍAS

Se me llenaría la boca de gusto cantando las excelencias del poeta Juan Van Halen, y aun así no llegaría tan lejos como él ha llegado en una infatigable carrera de triunfos reconocidos por voces y plumas más eximias que las mías (Rafael Alberti, Camilo José Cela, Luis Alberto de Cuenca, Francisco Umbral, etc, etc). 

Por tanto, quiero ser breve, que hablen por mí sus versos, trenzados en sonetos, romances, cuartetas, quintillas, silvas, liras y cuantas estrofas métricas y rimadas ha manejado con maestría clásica y pensamiento adecuado a la realidad que le ha tocado vivir. 

Ese sería el resumen de mi presentación en la Sala de Caja Segovia, tan resonante ya con el murmullo adherido a sus paredes de otras Veladas Poéticas, que con esta van cuatro, más otras ocho realizadas amparado por los vetustos muros del monasterio isabelino de Santa Cruz la Real, hasta hace muy poco bóveda de largo crucero y singladura de la Universidad SEK.

Le conocí muy joven a Van Halen –éramos muy jóvenes y muy batalladores y competentes (de competición digo) en artículos los dos y en lances de las Musas del Olimpo también- y compartíamos en el secreto de cada cual alguna que otra novia argentina y periodista, pongamos por caso una Violeta Hebe de Mendoza. Él y yo únicamente lo sabemos, sin quererlo recordar ni trascender ahora. ¿A que sí, Juanito? Pero tus páginas y tus requiebros resultaban más brillantes y ardorosos que los míos, nacido y alimentado yo a los solos pechos masculinos del internado de La Salle en Griñón, Madrid, años 1960, donde la literatura de profesionales como Aurelio Labajo o Carlos Urdiales florecía a raudales de armonía y pasión.


No figura en tu bibliografía, y aquí me explicarás por qué, una antología tuya de “España en su poesía actual”, que publicó la Editorial Doncel, Madrid 1976. Donceles éramos, ya te lo he dicho, y no tenemos nada de lo que avergonzarnos ni arrepentirnos porque fuimos la espuela poética de un país que renacía para la libertad con y por nosotros mismos. Libres fuimos, y esperemos seguir siéndolo. 


Aquella antología, hoy preterida y no reeditada que yo sepa, supuso mi evolución formal  de poeta moderno, y de la tuya, por supuesto, que se habían machihembrado hasta entonces solo en los áureos autores albores de los siglos XVI y XVII. Al final del recital hablamos de ello, si te parece, y nos detenemos en Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Luis Rosales, Federico Muelas, Gabriel Celaya, Dionisio Ridruejo, Salvador Espríu, José García Nieto, Celso Emilio Ferreiro, Blas de Otero, Gloria Fuertes, Luis López Anglada, Pepe Hierro, Rafael Morales, Rafael Montesinos, Jaime Delgado, Carlos Bousoño, Manuel Alcántara, Eladio Cabañero, Claudio Rodríguez o Carlos Murciano, nuestros maestros bipolares. Y ya basta.

Deléitanos con tu verbo tartamudeante y exponte luego a las preguntas de los nuevos encarnadores de la Diosa Poesía que aquí van a estar escuchándote en religioso silencio. Gracias. Lee, querido y admirado Juan Van Halen.



T: 91 847 02 25
a.sotopa@hotmail.com

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