sábado, 16 de junio de 2012

A vueltas y revueltas con el Rey de todos los españoles


No, el Rey de España no se para quieto ni un momento sentadito en su sillón palaciego de la Plaza de Oriente o La Zarzuela, sino que, al ser culo de mal asiento, nervioso, inteligente e inquisitivo y activo, se va de aquí para allá, a la pata coja, de Brasil a Dubai, o adónde sea y se le mande, que para servir está dispuesto, aunque se le quiebre la cadera real, y luego nos trae buenas noticias: El jeque del Golfo Pérsico necesita un tren sobre sus arenas movedizas de petróleo y nuestros ingenieros se lo van a montar; la jequesa-presidenta de Brasil, Dilma Rousef, necesita lo mismo y será una empresa española la que se lo diseñará, construirá y le hará correr sobre carriles de hierro por sus pampas extensísimas, ya que los gigantescos camiones que las traspasan a diario no dan abasto para transportar tantas mercancías como sus campos e industrias y comercios producen. ¡Pues qué bien, ya era hora! Yel Rey, por sus favores, no pide ni comisión, que le sería debida, ¿por qué no, si se otorga a cualquier intermediario? Pero dejemos eso, que es de mal gusto.

Esta semana se irá a Algeciras y La Línea de la Concepción para apoyar la moral de la Guardia Civil terrestre y marítima que intenta poner coto al tráfico de los narcos en la Roca, más endurecida que nunca por la visita insólita y provocativa de un vástago joven de la Reina Isabel II de la Gran Bretaña, con la que le unen históricos lazos de consaguinidad, pero eso es otra cosa. Gibraltar no es tierra extraña sino propia  (hasta que nos la arrebataran piratamente, pero ahora también) y como tal hay que demandarla ante las Naciones Unidas y recuperarla en beneficio de la legalidad internacional. En esas estamos. Y no pararemos. No parará el Rey Juan Carlos I de la España contemporánea.


a.sotopa@hotmail.com

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