martes, 12 de junio de 2012

Minicuentos de una sola línea para la raya del verano

Como el verano ya está en puertas y nos calienta la cabeza para que pensemos poco y gocemos mucho, os traigo al blog los minicuentos que me contaba una niña de cuatro años en los tiempos de María Castaño.

Si la pequeña Iria no los hubiera ido garrapateando cada mañana después de imaginárselos al dormirla cada noche, yo no creyera que fueran suyos. Claro que, al encontrármelos ahora en un cuaderno de hojitas amarillas, yo también he puesto algo de mi parte.
Son largos de una sola línea, pero se estiran como un chicle. Se le ocurrieron durante  las mil y una noches que pasamos en el campo, en una casita que parecía de chocolate, y lo sigue pareciendo. Iria ahora es una mujer hecha y derecha y se los recuerda al fruto bendito de su vientre, que se llama...Mateo. Es como si la estuviera viendo como entonces. Y se me deshace entre los dedos su cuerpo de fresa:

-Papá, mis zapatitos se quedan siempre con la boca abierta.

-Madruga tanto el sol que casi pilla a la luna peinándose los cabellos.

-Las señoritas nubes se dejan llevar de la mano del viento, y a veces se enfadan.

-El cielo es más alto que los pájaros todavía.

-La víbora parece una pulsera, pero te pica y te tienen que llevar al hospital.

-¿No ves cómo el fuego se muerde la lengua?

-Un ruiseñor volaba, volaba, volaba...Y cantó.

-¿Es verdad que los peces también duermen? ¿Y las sirenas?

-Los ojos ven las cosas de colores ¿a quue sí?

-En mi baúl de los juguetes todo es de cuento, y ya no cabe ni uno más.

-¿A que un pelo sí que puede entrar por el ojo de una aguja? Pero el mío no, porque es largo como el agua.

-Las zapatillas quieren echar a correr, pero las paran los pies.

-Un árbol quiso volar...y se quedó sin hojas. ¡Qué tonto!

-Con un lápiz mágico yo escribiría lo que me diera la gana y haría que fuera de verdad.


Basta por hoy. A lo mejor cuentos así hacen soñar a los padres. Pues ojalá.

a.sotopa@hotmail.com

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