miércoles, 30 de mayo de 2012

Ordóñez ordeñando, que no ordenando, como debía ser

Parece que el Director del Banco de España, don Miguel Ángel Fernández Ordóñez,   ha sido desbancado de su privilegiado puesto ecuánime, en teoría, antes del tiempo reglamentario concedido por el PSOE, en los dilatados tiempos de la hegemonía zapatera, tan desdichada y desastrosa (dos legislaturas hacia abajo, ya estaba bien, o sea, mal) por el Rajoy justiciero que se alzó el 20N con la mayoría absoluta parlamentaria, poniendo fin a las estúpidas utopías igualitarias, que nos han costado un riñón y parte del otro. La riñonera ahorradora de los ciudadanos ya no daba ni da más de sí. Lo hemos probado con desencanto.
 
Me parece de perlas esta actitud demisiva del gobernador que no nos gobernaba, por las perlas y oros que nos ha derrochado y ocultado sin discreción alguna, quizá con la aquiescencia de unos y otros partidos contendientes, cobardes y consentidores todos, desde CIU a Izquierda Desunida. Ahora, que se defienda panza arriba el señorito desinstructor de causas justas (lo ha prometido y lo va a hacer) pues la tiene forrada, la panza, digo, como muchos de los bankieros que le asistieron, asintieron y mintieron, un Rato más o menos, y no quiere asumir el pobre desgraciado (va con ironía) su responsabilidad de chivo expiatorio. Por eso, y por él, tan prepotente, todo se diluirá en agua de borrajas, visto el Parlamento que no hace más que hablar sin llegar a consentimiento uniforme y satisfactorio alguno, sanador de despropósitos; a toro pasado sobran cuernos de la gobernanza actual y de la oposición camelante, Rubalcaba al canto, con una Elena Valenciano que no distingue pomelos de naranjos, anda ya, boquita de pitiminí.
 
¡Qué cargas más grandes e insoportables nos han cargado los altos cargos de la banca, la política y los sindicatos! Alivio, pues, si es que se van o los echan, que hay que sanear la hacienda pública; aire, aire, que corra el aire de la transparencia; para ello sobran leyes de manifiesto incumplimiento consuetudinario. Hay que cambiar las tornas del molino de la creación de empleo, que no muele nada, o sea, ni la harina del  costal que tanto nos cuesta y que no logramos auparnos  al hombro, porque estamos deshechos, hechos piltrafa laboral y nada más.
 
Do ut des es la filosofía eterna del desgraciado petitente. Hoy somos petitentes o peticionarios todos, empresarios y trabajadores. Se acabó lo que se daba sin discrección alguna; hay que ganárselo a pulso sin intermediarios bancarios usureros, que te parten por el eje cuando intentas prosperar, ejemplos sacrificados entre otros/otras muchos/muchas las pymes, sin dotación alguna del ICO, esa fantasía usuaria y usuraria, por más que la requieran para sobrevivir y recrear empleo. Pax, Dómine. En ti, señor Estado del Bienestar demediado, confiamos. ¿Y qué otra cosa podemos hacer?


a.sotopa@hotmail.com

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