martes, 13 de marzo de 2012

Regreso al pasado


Otorgando cinco estatuillas doradas del Tío Oscar a la película muda francesa “The Artist, los académicos de Hollywood nos han hecho regresar al pasado, al menos al pasado cinematográfico. Por el contrario, los españoles, que habían concurrido a esos premios de tanto realce y difusión con “Rita”, un filme de animación muy moderno, activo y desenvuelto, han vuelto de vacío. Padecemos logomaquia, y a los enfermos bien pocos les atienden; se prefieren los seres sanos. Que saben callarse a su tiempo, aunque sea el tiempo del pasado.

Sin duda los académicos nos han dado una lección: una obra bien hecha no requiere palabras. Hoy hablamos por los codos, por los móviles, por la radio, por la televisión, no paramos de hablar, de interrumpirnos, de sacarnos por la boca hasta las tripas. Estamos ahítos de palabras, palabras, palabras, paroles, paroles, paroles… y nos empiezan a doler los oídos.

Silencio, se rueda; silencio, pasa la vida; silencio, hay que oír el silencio. En cine sí que es verdad que una imagen, un gesto, una actitud…,  es mucho más elocuente que un torrente de frases amontonadas, a veces sin ton ni son. El teatro es diálogo, pero el cine es acción. Se trata de dos artes diferentes, complementarias como todas las artes bellas, sin que ninguna arrincone o suplante a otras, y así relucen como un prisma diamantino, con todas sus caras, las caras de la existencia múltiple y variada.

Hay que hablar menos y hacer más, hermanos. Ahora la calle es un griterío dispar, descontento y desapacible; nadie se entiende, cada cual lanza su discurso con furor uterino; no sé adónde queremos ir a parar. Los acuerdos se logran con el pensamiento y el corazón juntos; no con los labios llenos de aire, por muy fónico que sea, ni con las manos a garrotazo limpio de policías contra manifestantes y de manifestantes contra policías, pataleándose como energúmenos. Para coces, la coz de Ronaldo goleando en la portería contraria. Ese sí que es un signo de admiración.

No invoco a los cartujos, de pasado glorioso –ahí está Yuste-, pero contención en el decir, sí, que si la palabra es plata, el silencio es oro, y con frecuencia debemos dar la callada por respuesta.

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