Menos sexo y más gramática, amigos, amigas. Eso es lo
que nos ha venido a decir y recomendar el joven académico Ignacio Bosque, en un
panfleto kilométrico titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, en
el que analiza, con rigor magistral, “los usos del lenguaje ajenos a las
prácticas comunes de los hispanohablantes”. Es que tenemos la mente o la menta
hecha un lío o lía. (Líame, que cantaba la maroma Ana Belén con su maromo
Víctor Manuel).
La diatriba –corroborada y apoyada por los numerarios
de la Real de la Lengua asistentes a la
sesión ordinaria de los jueves- ha dado en diana y, por eso, ha hecho pupa,
pupa gorda, entre las feministas y los feministos, las miembras y los miembros radicales/radicalos, que haberlos haylos y haylas,
como las meigas o meigos, quizá más de
la cuenta o del cuento, porque nunca quedan contentas/contentos, y se revuelven
panza arriba –tuitean con la panza- contra todo/toda tropo, tropa, trapo, tripa
que no sea suyo/suya, de ellos/ellas, etcétero, etcétera. Ninguno de esos/esas
contestatarios/contestatarias y redactores/redactoras de guías/ guíos sexistas
o no sexistos, ostenta titulación morfológica o sintáctica alguna: no la/lo
consideran necesaria/necesario. ¿O es al revés?
¡Qué desbarajuste, madre, padre, ni yo mismo me
entiendo para que usted, lectora/lector, lo entienda! Juego de palabras, vaya,
porque esto es un juego o juega, si quieres, moreno, morena, que a mí me
importa un pito o, por no pecar de sexo-sexa, pita, que se identifica con
gallina. (¡Vivan los genitivos femeninos –no de género sino de generar, crear,
procrear-, hombre, hembra, ya está bien!)
Podía seguir hasta la intemerata, pero ¿para qué?
Sería arar en el mar. “El mar, la mar…siempre recomenzado o recomenzada”, como
escribió el poeta o el poeto, o la poetisa o el poetiso…de una transparencia de
cristal juanrramoniana o juanrramoniano. Juez o jueza del lenguaje, ya os veo
venir con puñetas.
Me quedo a esperar la nueva tontería que soltéis,
acodado en la sabiduría lingüística grecorromana del ilustre castellano
Rodríguez Adrados: “No nos compliquéis vanamente la vida, que ya está bastante
complicada”. ¡Toma Rajoy, que raja!
Coda (o codo): La mayor o menor visibilización de la
mujer no reside en el léxico, sino en la conducta machista irredenta del hombre
(y la hembra), sin más vainas.
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