lunes, 12 de marzo de 2012

Menos sexo y más gramática


Menos sexo y más gramática, amigos, amigas. Eso es lo que nos ha venido a decir y recomendar el joven académico Ignacio Bosque, en un panfleto kilométrico titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, en el que analiza, con rigor magistral, “los usos del lenguaje ajenos a las prácticas comunes de los hispanohablantes”. Es que tenemos la mente o la menta hecha un lío o lía. (Líame, que cantaba la maroma Ana Belén con su maromo Víctor Manuel).

La diatriba –corroborada y apoyada por los numerarios de la Real de la Lengua asistentes a la sesión ordinaria de los jueves- ha dado en diana y, por eso, ha hecho pupa, pupa gorda, entre las feministas y los feministos, las miembras y los miembros  radicales/radicalos, que haberlos haylos y haylas, como las meigas o  meigos, quizá más de la cuenta o del cuento, porque nunca quedan contentas/contentos, y se revuelven panza arriba –tuitean con la panza- contra todo/toda tropo, tropa, trapo, tripa que no sea suyo/suya, de ellos/ellas, etcétero, etcétera. Ninguno de esos/esas contestatarios/contestatarias y redactores/redactoras de guías/ guíos sexistas o no sexistos, ostenta titulación morfológica o sintáctica alguna: no la/lo consideran necesaria/necesario. ¿O es al revés?

¡Qué desbarajuste, madre, padre, ni yo mismo me entiendo para que usted, lectora/lector, lo entienda! Juego de palabras, vaya, porque esto es un juego o juega, si quieres, moreno, morena, que a mí me importa un pito o, por no pecar de sexo-sexa, pita, que se identifica con gallina. (¡Vivan los genitivos femeninos –no de género sino de generar, crear, procrear-, hombre, hembra, ya está bien!)

Podía seguir hasta la intemerata, pero ¿para qué? Sería arar en el mar. “El mar, la mar…siempre recomenzado o recomenzada”, como escribió el poeta o el poeto, o la poetisa o el poetiso…de una transparencia de cristal juanrramoniana o juanrramoniano. Juez o jueza del lenguaje, ya os veo venir con puñetas.

Me quedo a esperar la nueva tontería que soltéis, acodado en la sabiduría lingüística grecorromana del ilustre castellano Rodríguez  Adrados: “No nos compliquéis  vanamente la vida, que ya está bastante complicada”. ¡Toma Rajoy, que raja!

Coda (o codo): La mayor o menor visibilización de la mujer no reside en el léxico, sino en la conducta machista irredenta del hombre (y la hembra), sin más vainas.

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